La muerte del monstruo Nian dio paso al Nuevo Año Chino

Durante todo el año, Nian se refugiaba en las profundidades del mar y el primer día del primer mes en el calendario lunar decidía salir a buscar comida. Peor momento, pues los cultivos estaban vacíos y no había nada de comer. Nian se enfurecía y destruía todos los pueblos por donde pasaba. Comía personas, deglutía ganado. Y solo hasta que se sentía realmente satisfecho, tornaba en su caverna en el fondo del océano.  

Año tras año los habitantes de los pueblos sentían una gran angustia. Disfrutaban cada instante de calor. Cuando la temperatura empezaba a bajar y se acercaban los primeros meses del año, los pueblos se descomponían. Todas las familias recogían sus objetos más preciados, escondían sus provisiones de alimentos en huecos en la tierra y salían, como una gran manada, a refugiarse en las altas montañas para protegerse de la furiosa bestia.  

Un día, un hombre de pelo gris y mirada tranquila llegó a una pequeña aldea en medio de la conmoción migratoria. Les dijo confiados: "yo salvaré sus casas de Nian y asustaré tanto a la bestia que ni siquiera tendré que enfrentarlo". Todos lo miraron perplejo. Se sabía que estar cerca a la bestia implicaría la muerte y nunca nadie había sido capaz de enfrentarse a ella.  

El hombre, pensaba que el miedo de los habitantes era lo que daba la fuerza a Nian, y que por lo tanto, la única solución era enfrentarlo. Su plan sonó convincente. Todos decidieron quedarse y seguir las órdenes del hombre de pelo gris y mirada tranquila. Su plan no podría fallar.  

Esa noche, Nian se encaminó hacia la aldea. Todas las luces estaban apagadas y el único sonido que se oía era la pesada respiración del monstruo. Los aldeanos dejaron que Nian se acercara un poco a la aldea. Cuando se disponía a pisar la primera casa todos los hombres salieron con antorchas en la mano. Las casas oscuras se iluminaron por dentro, revelando un papel rojo enceguecedor que asustó a Nian. Luego, prendieron fogatas, dispararon bambúes con pólvora y encendieron petardos. Las mujeres y los niños tocaban tambores y gongs mientras gritaban al monstruo. Sin importar a cual dirección Nian miraba había una persona con fuego y con ruido que se le enfrentaba.  

Nian, fuerte y bestial, no logró soportar el ruido ni la luz de la pólvora. Salió corriendo hacia el mar. Los petardos seguían sonando cuando Nian se sumergía en el agua. Esta vez, ya no sonaban para asustar al monstruo sino para celebrar la victoria de la aldea. La celebración se extendió por unas semanas más.  

El hombre de pelo gris y mirada tranquila se convirtió en el sabio de la aldea y todos aprendieron cómo protegerse del monstruo. Durante los siguientes años, el rumor se extendió hacia las otras aldeas y así, en el primer mes del calendario lunar se preparaban para recibir a Nian: mucho color rojo, pólvora, ruidos de tambores y lo más importante, la unión del pueblo. Nian fue enfrentado tantas veces que nunca volvió a salir de su caverna.  

Nian (年) significa año en mandarín. La leyenda aún continúa en la mente de los chinos. Todos los años, antes de recibir a "nian" -el año- se reúnen en familia, disparan pólvora y cubren sus casas de rojo e inscriben caracteres de felicidad, protección. La noche de año nuevo la ciudad se convierte en un gran espectáculo donde cada familia dispara su propia pólvora. La ciudad se convierte en un solo ruido que espanta a los monstruos de cada habitante.

Tomado de Natalia Tobón Tobón / China Files